domingo, 12 de enero de 2014

Tiempo de descanso



Después del Capilano Brigde Suspension Park, mis planes cambiaron un poco. Tenía pensado ir a Victoria en Vancouver Island un par de días, hacer el cruce en Ferry y luego moverme a Whistler, el centro de sky más famoso de la zona, no porque me interesara esquiar sino porque quería nieve, ver, tocar y disfrutar nieve en abundancia, ya que para mí eso era “Canadá”. Pero esa misma noche de domingo al llegar al hostal me encontré con que la entrevista para NZ por Skype sería ese mismo martes, por lo que decidí postergar el plan y pasar todo ese día lunes preparando la entrevista, porque mi inglés nunca ha sido bueno y me sentía muy insegura con mis conocimientos. Justo esa noche llegó Jin a mi pieza, ella era de Korea del Sur –ni modo del norte- con la que empezamos a hacer buenas migas.

Ese día lunes al despertar, miré por la ventana y surprise! Estaba nevando! Me sentí como niña chica en la mañana de navidad, emocionadísima. Como cuando llovía fuerte y no tenía que ir al colegio. Tomamos desayuno juntas con Jin en el hostal, mi primer desayuno con compañía desde hacía un mes! –desde que Eduardo se devolvió a Chile- y luego caminamos un rato juntas mientras nevaba suavemente, yo fui a la Biblioteca Municipal y ella a hacer sus trámites. Mi plan era estudiar, pero poco me rindió ese día mirando por la ventana del edificio cómo caía la nieve lentamente. Jin se fue a una agencia para koreanos donde les buscaban un hogar en familias establecidas en Canada, mayormente asiáticas. Después de varias conversaciones con ella al respecto me enteré de que los koreanos son bastante unidos y organizados, yo diría que casi una mafia. Agencias sólo para koreanos, que les consiguen trabajo y acomodación, la misma embajada de Korea hace reuniones para koreanos en Canadá para escuchar sus inquietudes y ofrecerles ayuda, si tienen problemas con canadienses o con otros koreanos, e invitarlos a una rica cena koreana para hacerlos sentir como en casa. Igualito que la embajada chilena!
    


La cosa es que ese martes di la entrevista, y para relajarme un poco luego de esa estresante mañana, me fui caminando hasta Granville Island, donde está el Public Market, un lugar bastante simpático, el mercado de estos canadienses es algo diferente al nuestro, pero es un mercado hecho y derecho, con frutas y verduras, productos del mar, quesos y artesanías, cosa que en Nueva Zelanda no recuerdo haber visto. Así que bonito, con comida de todos los países menos canadiense, me compré un plato de comida india -una de mis comidas favoritas: butter chicken con arroz, lentejas y naan, acompañado del imperdible Mango Lassie- y me instalé en una mesa junto a un gran ventanal que daba al False Creek, una de las entradas de mar que rodean Vancouver. Precioso.

El False Creek es yo creo un imperdible. Una entrada de mar rodeada de edificios, una costanera para recorrerla entera, los Aqua Bus –pequeños botecitos con calefacción!- que te llevan a todas partes por un par de dólares, el Science World –una pelota gigante muy de película, es todo lo que sé- y varios puentes dignos de fotografiar. Sí, definitivamente un imperdible. Después de comer, me subí a un Aqua Bus casi porque no pude resistirlo, por 2 dólares me daban un paseo hasta el David Lam Park desde donde caminé durante 2 horas, disfrutando del primer día de nieve y sin tanto frío –cuando nieva se siente mucho más cálido el ambiente- y soñando con un futuro en esa viña. Si conseguía el trabajo pensé, podría ganar un sueldo que me permitiría volver a esta ciudad de ensueño. Y así seguí hasta que se me hizo de noche y volví al hostal.
El False Creek con Grandville Island a la izquierda

Los Aquabus en Grandville Islandvistos desde el puente

El Public Market de Grandville Island. Precios por ahí no más con Chile

El Aquabus que yo tomé

La costanera del False Creek con vista al Science World



Ese miércoles, que se suponía me iría a Whistler, me quedé en el hostal, estaba cansada, no tenía muchas ganas de moverme, así que me paseé por las tiendas, me compré su cosilla poca en el H&M de allá y algunos souvenirs para la familia y terminé el día juntándome con Jin a comer comida vietnamita en un restaurant que nos recomendaron en el hostal. Volví a recordar por qué lo pasé tan bien en ese país. La comida es estupenda. Al día siguiente tampoco tenía ganas de moverme y decidí que me quedaría en Vancouver y no iría a ninguna otra ciudad, tenía que comprarme una nueva maleta y todavía tenía cosas que ver en Vancouver, y estaba enamorada, no quería irme por nada del mundo. Me sentía increíble, como si perteneciera a Vancouver, como si pudiera gastar la vida entera en esa ciudad y jamás aburrirme, caminando por las calles del centro, por la costanera, era una sensación maravillosa.
Comida vietnamitacon Jin
Así que al siguiente día fuimos con Jin a comer comida koreana, estaba con una koreana así que consideré que lo mejor era ir a un buen restaurant y ser aconsejada por una conocedora innata –aunque mi primer encuentro con la comida asiática en Auckland había sido koreana y la había amado inmediatamente- así que fuimos a un restaurant precioso y comimos unos platos increíbles, fue una bonita tarde. En esos momentos cuando todo es perfecto, como esa tarde, me acordaba de Eduardo y deseaba que hubiese estado conmigo, para que hubiese probado esos platos, de seguro hubiese enloquecido. Cuando salimos a la calle estaba lloviendo, y fue maravilloso, no había sentido una temperatura sobre cero en más de un mes, pude sacarme el gorro al fin y dejar que la lluvia –suave hasta ese momento- me mojara el pelo lentamente. Caminar por Vancouver con temperaturas positivas fue casi una experiencia religiosa.
Comida Koreana con Jin

:)



No hay comentarios:

Publicar un comentario