viernes, 18 de abril de 2014

Kuala Lumpur, Malasia


La llegada a Kuala Lumpur, capital de Malasia, fue bastante tenebrosa. Habíamos pasado la noche en el aeropuerto de Singapur, por lo que esa mañana a las 9am desembarcamos del avión cansados y directo a buscar un alojamiento, habíamos hecho nuestra búsqueda respectiva en internet y habíamos llegado a la absurda idea de que Chow Kit era un buen barrio para cotizar –el maldito mapa que muestra booking.com señalaba un montón de hoteles allí de precios accesibles y con fotos prometedoras- así que tomamos el KLIA Express, un tren re bonito que cruzaba un campo de palmeras infinito –que no pude mirar bien porque se me cerraban los ojos- hasta que llegamos al KL Sentral, desde donde tomamos el metro –uno muy barato y con aire acondicionado, increíble- y llegamos a Chow Kit, que vendría siendo el barrio 10 de Julio de KL. Horrible.

Creo que fue un pésimo comienzo en KL. Buscamos durante más de 3 horas un buen lugar, a la hora y media ya nos habíamos dado cuenta que la mayoría de los hoteles ofrecían tarifas por hora, y luego de encontrarnos con muy pocos turistas, caímos en la cuenta que simplemente, la vendimos. Las calles eran un caos, las motos se subían a la vereda y no podíamos caminar temiendo un atropello inminente. Pero lo que más nos impactó de nuestra llegada, fue que varias personas –unos 3 tipos distintos y una mujer musulmana- nos escupieron los pies en la calle –evidentemente a propósito-, por lo que no nos sentimos muy bienvenidos en el país. A eso se sumaba que estábamos cansadísimos, el calor infernal que hace en Kuala Lumpur es como para matarse, así que tomamos una habitación en un hotel cualquiera y nos tiramos a dormir el resto del día. Cuando despertamos era de noche, y ya no habían lugares abiertos para comer, el barrio se veía peligroso a esa hora y la deshidratación nos comía vivos, cómo detesté Malasia en ese momento! Pero caminando encontramos un Pizza Hut abierto y comimos y tomamos ahí un montón. Sí, fue un pésimo comienzo. Mi primera cena en Malasia fue en una cadena de comida gringa. Recuerdo que volvimos al hotel –que era casi una tenebrosa réplica del hotel de la película El Resplandor- y por la ventana se veían las Torres Petronas y no me interesó ir a verlas. Me quedaban 5 días antes de viajar a Tailandia, y en esas circunstancias se sentían una eternidad. 

  
Pero después de la tormenta, salió el sol y nos trajo al maravilloso barrio chino. Mi querido Chinatown. Apenas nos bajamos de la estación Pasar Seni a la mañana siguiente y pisamos sus calles atiborradas de gente, ruidos, aromas y cachivaches, ya nos sentimos renovados. Cotizamos un par de Guesthouses y nos quedamos en el Reggae Guesthouse1, un lugar muy agradable que si comparamos con el hotel de mala muerte anterior era un verdadero paraíso. Y más encima a mitad del precio -55 ringgits la habitación doble, versus 110 de la habitación del hotel de “El Resplandor”-. Dejamos las mochilas y salimos a recorrer Chinatown –lo único que habíamos hecho el día anterior era dormir así que estábamos como nuevos- caminamos por Jalan Sultan y Petaling Street embobísimos de tanto comercio, tantas réplicas –carteras Mark Jacobs a RM$100- tantos puestitos de comida de todo tipo, que era imposible no alucinarse y quererlo todo. 

Jalan Sultan, Chinatown
Las Torres Petronas eran un infaltable. No has ido a Malasia si no te has sacado la fotito con ellas, eso todo mundo lo sabe. Así que partimos y sí, son lindas, impresionantes, adictivas. Se me olvidó todo el odio acumulado el día anterior y me di cuenta que estábamos en una ciudad increíble. Definitivamente Kuala Lumpur es una ciudad maravillosa. Con mucha más personalidad que Singapur, más vibrante, picaresca y algo esquizoide, KL tiene mucho que mostrar, mucho que palpar en sus calles atestadas de sensaciones que te colapsan y fascinan al mismo tiempo. Es una ciudad para descubrir y darle tiempo. Siempre escuché que KL era una parada de 1 o 2 días, ver las Petronas y ya está. Mi opinión es que en uno o dos días no te lograras empapar de la esencia de la ciudad y no lograras entenderla. Y con 5 días no estoy muy segura si yo logré entenderla tampoco. Una mezcla de culturas, religiones, comidas, comercio, monos, tecnología, tormentas tropicales y costumbres difíciles de entender –como la prohibición de besarse en el metro o los vagones sólo para mujeres- Kuala Lumpur se ganó a ciencia cierta un pedacito de mi corazón. 
 
En el metro, vagón sólo para mujeres
En el aeropuerto, lo primero que me llamó la atención al entrar al país!
Esa noche nos pilló una tormenta tropical saliendo de Las Petronas y nos refugiamos en el Pavilion, un centro comercial inmenso, que a pedido de Eduardo recorrimos durante un rato. Yo podría decir que casi detesto los centros comerciales, que me parecen asfixiantes incluso, pero muchas veces se debe ceder en una relación y bueno, gastamos una o dos horas en el Pavilion antes ir a comer al Central Market, un lugar en medio de Chinatown muy parecido a Petaling Jalan, la calle principal de Chinatown, pero un poco más ordenado, más limpio y con puestos de comida más confiables, aunque menos pintorescos eso sí –comer en la calle a mi gusto es un must en un viaje a Asia-. Y luego la infaltable cerveza helada en Petaling Jalan y a la cama.
 
Habíamos leído del Aquaria KLCC y sus 90 metros de pasillos submarinos, uno de los acuarios más importantes de Asia, recalcaba la Lonely planet. Así que fuimos y sí, si entras al Aquaria KLCC no hay vuelta atrás, nunca más volverás a disfrutar ningún otro acuario. Atestado de peces increíbles y un pasillo inmenso bajo aguas con tiburones, mantarrayas, tortugas y todo tipo de seres submarinos que dejan boquiabierto a cualquiera. Nunca he sido fan de los acuarios, ni tampoco es que me interesen mucho los peces, pero éste es alucinante –el Vancouver Aquarium me pareció una broma al compararlo con éste-. La gracia sale RM$50.


Esa noche, si aún algo de reticencia nos quedaba acerca de KL, se desvaneció por completo cuando dando botes por aquí y por allá llegamos casi por instinto a Jalan Alor, una callecita atestada de restaurantes y puestos callejeros de comidas asiáticas de todo tipo, abundante en aromas, farolitos, mesas de plástico y mucha gente, un paraíso gastronómico. Después de recorrerla entera, rechazar la mayoría de las ofertas de los malayos más insistentes, escogimos un lugar, nos instalamos y terminamos de enamorarnos de KL. La comida, al fin en lo que llevábamos en Asia, era buena. Espectacular, sin duda, una mezcla de sabores y picores alucinante. Si bien fue un caótico comienzo en KL, poco nos demoramos en quererla e incluirla dentro de la lista de ciudades favoritas. Una parada totalmente recomendable y más aún, indispensable en el Sudeste de Asia.  

Jalan Alor
Jalan Alor
Torres Petronas
KL City Center Park
Centro comercial mutante dentro de las Petronas
Chinatown
Central Market
Central Market
Central Market
Nasi Lemak, el plato típico de Malasia
Aquaria KLCC