domingo, 19 de enero de 2014

Farewell and goodnight



Llegó el día de despedirse de Vancouver. Tomé mi último desayuno en el hostal, mirando por la ventana la deliciosa Grandville Street, hice el check-out y me fui caminando hacia mi lugar favorito de Vancouver y de lo poco que alcancé a conocer de Canadá: el Stanley Park. Tomé Robson Street, y llegando cerca del parque me metí en una tienda de bicicletas. Era mi último día, me había prometido cumplir todas las cosas que quería hacer y no escuchar más mis miedos –el miedo a andar en bicicleta en una nueva ciudad donde usar la vereda estaba prohibido- así que me arrendé una bici, me instalé arriba, me puse el casco, los audífonos, y el disco Bloom de Beach House  y me puse a pedalear por la costanera del parque. Y no tengo palabras para expresar lo inmensamente feliz que fui. No me cabía el éxtasis adentro, no podía dejar de sonreír, de darle gracias a Dios por eso, por poder andar en bicicleta en el Stanley Park. Porque el día estaba nublado y la temperatura de 8°C –increíblemente cálido para ser diciembre en Canadá- y el viento suave que golpeaba la cara parecían estar coludidos con el paisaje y el cielo y el mar y con el universo entero para hacerte sentir increíblemente afortunada, la más feliz sobre la faz de la tierra. Fue uno de los mejores días de mi vida.

La única forma de recorrer todo el borde del parque es en bicicleta, no hay caminos para autos y caminando es un trecho muy largo para un solo día. En el camino te encuentras con 2 faros, el Lions Gate Brigde que cruza hacia North Vancouver, con la Siwash Rock -un spot conocido en Vancouver- y con la famosa Seawall, un trecho largo en la parte trasera del parque que recorre una gran pared de piedra frente al mar, donde no hay más sonidos que el del mar, los pájaros y tu propia respiración. Se te olvida que estás en Vancouver, una ciudad con más de 2 millones de habitantes.
Vancouver vista desde el Stanley Park
Girl in Wetsuit, representa la dependencia del mar para la ciudad
Lions Gate Bridge

The Seawall, Stanley Park
The Seawall and the Siwash Rock

The Seawall y mi bicicleta
Siwash Rock
El parque termina en la English Bay Beach, donde el sol se pone en la tarde y aún no te sientes preparada para terminar el día, así que seguí pedaleando, disfrutando, siendo feliz. Seguí la ruta del False Creek y lo recorrí entero, llegué hasta el Casino y me devolví, pasé por varios íconos de Vancouver como el Inukshuk -una especie de monolito, símbolo de la cultura inuit- volví al Stanley Park, descansé un rato en la Laguna Perdida, vi un montón de pájaros y ardillas al atardecer y me devolví a dejar la bicicleta, a 2 minutos de que cerraran la tienda, donde había dejado mi cartera con mi pasaporte y el pasaje de avión que tomaría 5 horas más tarde -Miedo!-. Almorcé en un lugar de comida asiática una vez más y me fui caminando por la costanera oeste hasta el Canada Place, divagando, disfrutando mis últimas horas en una de mis ciudades favoritas de lo que llevaba conocido en mi vida.
False Creek, frente a Grandville Island
English Bay Beach
Inukshuk
Lost Lagoon en Stanley Park
Me puse a pensar en muchas cosas. Estos canadienses tienen una calidad de vida muy buena y un estilo de vida envidiable, mientras que en Chile la gente sobrevive. Algunos debemos estar abajo para que otros puedan estar arriba. Eso es lo que aprendí. La ropa, la tecnología, los libros, la cultura, todo eso es mucho más barato en Canadá que en Chile, por qué, si allá ganan 5 veces más? Creo que porque los países subdesarrollados como el mío producen bienes a bajo costo –porque somos la mano de obra barata del primer mundo- para que los países desarrollados puedan consumirlos a bajo costo también. Si hubiera justicia entonces su estilo de vida no sería tan bueno, necesitan de nosotros, la mano de obra barata y casi esclava –porque ganar 2 dólares la hora con el sueldo mínimo en Chile no puede no llamarse esclavitud- para llevar su maravilloso estilo de vida, sin preguntarse si sus prendas de vestir fueron hechas por niños esclavos o si la fruta que compran en el supermercado fue cosechada por gente que tuvo el mínimo derecho a 30 minutos de colación. Para que Norteamérica pueda estar arriba, Sudamérica tiene que estar abajo. Simple.

Pero bueno, mientras divago, llego siempre a la conclusión de que debo  hacer trabajo social, que para eso estoy donde estoy. Que todo esto es el camino, una etapa de aprendizaje, para algún día poder entregar algo. Y mientras, disfrutar, aprender y absorber. Saco un par de fotos a la luna sobre el mar, entro a una chocolatería y me siento junto a la ventana, frente al mar y al Canada Place y me tomo un chocolate caliente –el mejor en mucho tiempo- y escribo en mi travel journal todas estas cosas para no olvidarme nunca. Mi último momento conmigo misma en Vancouver. Saboreo hasta el último minuto y me voy al hostal, donde el taxi me espera para llegar al aeropuerto. Es difícil despedirse, aun de una ciudad, pero ya había cumplido mi tiempo, había recorrido el Stanley Park en bicicleta, estaba lista para cerrar esta etapa. Eché mis dos maletas al auto –ahora 2 luego de comprarme una y repartir los pesos, comprar souvenirs y regalos para la familia- y miré por última vez los letreros luminosos de  Grandville Street, sus buses, su gente y esa larga fila de edificios. Esa atmósfera de la que me había hecho adicta. Ya era hora de partir. Goodbye dear Vancouver. 
Sunset
Last moments
Goodbye...

2 comentarios:

  1. Ay! es que me encanta todo lo que escribes, y como escribes.
    Algunas cosas me hacen sentir cosas que ya sentí alguna vez en alguna ciudad en la que estuve,y cuando hablas del frío casi que lo extraño jaja hace tanto tiempo que no tengo frío de verdad, y para una viniendo de la Patagonia es como una parte de mi que dejé olvidada en algún lado y que a veces la necesito.
    Y con respecto a lo de las calidades de vida, unos arriba y otros abajo, totalmente de acuerdo. Ahora ando viajando con una alemana y ella se sorprende mucho de que en Alemania comprar comida sea más barato que aquí (en Cambodia), es que es tan injusto! como funcionan esas cosas? por qué es así? cuando ves a la gente pasar en esas camionetas, todos hipermega juntos atrás, viniendo de las fábricas donde trabajan toooodo el día y no ganan nada, para que los países ricos compren todo barato y más encima ni lo valoren, porque todo es casi desechable (no por la calidad, pero porque la gente nunca esta contenta y siempre quiere algo mas).... ayayay
    Y bueno, ya sigo leyendo para saber por donde estás.

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  2. Si! maldito consumismo que nos inculca este sistema neoliberal que apesta!! jaja aah es tan terrible todo...
    Y gracias por leerme! jaja que bueno que te estás poniendo al día tú también con tu blog! aunque sospecho que cuando termines de escribir de Asia, estarás en cualquier otra parte!...

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