Sí, fue uno de los Highlights de Vancouver sin duda,
pero quizás no fue del todo lo que esperaba. Quizás Stanley Park dejó la vara
demasiado alta para todo lo que vería después. Esa hermosa mañana con -6°C y un
cielo celeste profundo me subí al bus gratis que te lleva hasta el parque
mismo, donde compré mi entrada por 31 dólares y de frentón me vi inmersa en un
mundo de navidad, con miles de luces y trineos, y renos falsos luminosos en lo
que intuía era un hermoso bosque por sí solo.
El paisaje del lugar es precioso, el Capilano river
cruza un bosque de inmensos árboles de donde se sostiene un sistema de puentes
colgantes entre los árboles bastante interesante, sumado al gran puente
colgante para cruzar al bosque y los puentes sobre la pared de un acantilado.
Todo muy bonito, pero muy intervenido,
muy lleno de gente y muy muy helado. Yo fui creyendo casi que era un trekking,
por lo que comencé a colapsar rápido por la gente. A odiarlos mentalmente.
Habían señales en el camino diciendo que podías ver mapaches y animalitos
salvajes, mis polainas, el sonido de la multitud lo inundaba todo y la paz que
uno espera encontrar en un bosque como ese se convirtió rápidamente en una
ilusión. Las señales invitando a disfrutar del “sonido del bosque” me empezaron
a irritar y cuando ya casi pensaba que quería mi dinero de vuelta me puse los
audífonos y escuché Beach House y todo se calmó. Decidida a disfrutar de la
experiencia pasé el resto del tiempo escuchando música.
|
Totem pole del Capilano Suspension Bridge Park |
|
En medio del Capilano Bridge |
|
Caminitos en medi odel bosque |
|
Can you hear the tree branches creaking in the wind? are you kidding? Sure not!! I only can hear people talking, laughing and screaming! come on! |
Después de dar vueltas, sacar un montón de fotos
–porque sí, el paisajes es precioso y el bosque es algo que yo jamás paro de
admirar- el frío me venció y decidí volver a la ciudad, porque no hay ninguna
cafetería allí para poder capear el frío un rato y las 2 que hay están al aire
libre y aunque ponen estufas –ahí en medio del bosque como para calentar medio
metro a la redonda-, después de horas soportando el frío, nada fue suficiente
para mí. La idea era volver en la noche para ver las luces navideñas en acción
y como la entrada dura todo el día y el bus es gratis, mejor me iba a comer
algo.
Cuando iba saliendo me encontré con una familia de asiáticos con las mejores y más chistosas parcas que he visto en mi vida, y tuve que fingir un rato para poder seguir mirándolos y riéndome y por supuesto, sacarles una foto!
|
Debajo de esa mezcla entre gorila y mosca, había una asiática bastante joven. Sí, hacía frío, pero una parca con cara? No sé ah... |
Ya no podía más del frío. Seguro con la parca con cara la hacía, pero no tenía tanta perso. En el bus resucité un poco,
pero cuando me bajé en el Canada Place junto al mar, me quería morir de
hipotermia. Me metí en un Subway, casi
agonizando me comí un footlong de salame y cuando el frio se me pasó un poco,
pude volver a ser yo otra vez. Decidí hacer hora para cuando estuviera bien
oscuro y me fui a Gastown, el barrio antiguo de Vancouver, a ver el reloj de
vapor y recorrer lo que según había leído, un barrio bonito. Y sí, precioso,
creo que en ese momento reafirmé mi idea de que Vancouver era lo mejor.
Recuerdo cuando volví a Chile luego de haber estado en
NZ harto tiempo y pensé que el Barrio Bellas Artes era algo insuperable en el
mundo y que eso hacía Santiago tan especial, porque no vi un barrio así de
interesante en toda Nueva Zelanda –Oamaru tenía su barrio antiguo precioso,
pero el ambiente era diferente-, esas calles antiguas sobrevivientes de un
pasado mejor, junto al cerro Santa Lucía, el río Mapocho, el Parque Forestal y
un montón de cafés bonitos, gente en las calles, el ambiente que hay allí y el
Museo Bellas Artes, lo hacen un lugar único. Pero Gastown es una especie de
Barrio Bellas Artes más grande, donde todos los adoquines de todas las calles
alrededor aún sobreviven junto con los faroles y los edificios antiguos, se ve
la preocupación por preservar un “barrio antiguo” en medio de la modernidad de
la ciudad, las calles son angostas y de una sola vía, donde no pasa la
locomoción pública y no hay congestión. Hay tiendas, cafés y gente joven
conformando un ambiente interesante. Era perfecto. Así que reafirmé mi creencia
otra vez, Vancouver era la ciudad más
bonita que había visto. Y esta vez, una ciudad que no tenía nada que envidiarle
a Santiago.
|
Cambie con Water street, en el reloj de vapor (a la derecha) en Gastown |
|
Gastown |
Volví a tomar el bus gratis al Capilano Bridge, decidida a mantenerme 2 horas caminando sin parar y volver y
así lo hice, me bajé casi corriendo y recorrí todo muy rápido y varias veces
porque no es tan grande, pero quería disfrutarlo y no morir de frío al mismo
tiempo. De noche las luces navideñas fueron algo espectacular. Ver el gran
puente colgante y todo un bosque adornado con luces navideñas es algo que
impacta un poco. Casi cronometrando mis pasos para no parar nunca de moverme y
así evitar la hipotermia, volví al bus y me fui a casa. El pronóstico del
tiempo anunciaba nieve para el resto de la semana así que habiendo visto ese
fin de semana las 2 cosas que más me interesaban, con el mejor clima que se
pronosticaba, me sentía satisfecha. Y ya era irreversible, me había enamorado de
Vancouver.
|
Lo que promocionaban como el árbol de navidad vivo más grande del mundo! |
No hay comentarios:
Publicar un comentario