lunes, 6 de enero de 2014

Capilano Suspension Bridge Park




Sí, fue uno de los Highlights de Vancouver sin duda, pero quizás no fue del todo lo que esperaba. Quizás Stanley Park dejó la vara demasiado alta para todo lo que vería después. Esa hermosa mañana con -6°C y un cielo celeste profundo me subí al bus gratis que te lleva hasta el parque mismo, donde compré mi entrada por 31 dólares y de frentón me vi inmersa en un mundo de navidad, con miles de luces y trineos, y renos falsos luminosos en lo que intuía era un hermoso bosque por sí solo.

El paisaje del lugar es precioso, el Capilano river cruza un bosque de inmensos árboles de donde se sostiene un sistema de puentes colgantes entre los árboles bastante interesante, sumado al gran puente colgante para cruzar al bosque y los puentes sobre la pared de un acantilado. Todo muy bonito, pero  muy intervenido, muy lleno de gente y muy muy helado. Yo fui creyendo casi que era un trekking, por lo que comencé a colapsar rápido por la gente. A odiarlos mentalmente. Habían señales en el camino diciendo que podías ver mapaches y animalitos salvajes, mis polainas, el sonido de la multitud lo inundaba todo y la paz que uno espera encontrar en un bosque como ese se convirtió rápidamente en una ilusión. Las señales invitando a disfrutar del “sonido del bosque” me empezaron a irritar y cuando ya casi pensaba que quería mi dinero de vuelta me puse los audífonos y escuché Beach House y todo se calmó. Decidida a disfrutar de la experiencia pasé el resto del tiempo escuchando música. 

Totem pole del Capilano Suspension Bridge Park

En medio del Capilano Bridge

Caminitos en medi odel bosque

Can you hear the tree branches creaking in the wind? are you kidding? Sure not!! I only can hear people talking, laughing and screaming! come on!











 

Después de dar vueltas, sacar un montón de fotos –porque sí, el paisajes es precioso y el bosque es algo que yo jamás paro de admirar- el frío me venció y decidí volver a la ciudad, porque no hay ninguna cafetería allí para poder capear el frío un rato y las 2 que hay están al aire libre y aunque ponen estufas –ahí en medio del bosque como para calentar medio metro a la redonda-, después de horas soportando el frío, nada fue suficiente para mí. La idea era volver en la noche para ver las luces navideñas en acción y como la entrada dura todo el día y el bus es gratis, mejor me iba a comer algo.
Cuando iba saliendo me encontré con una familia de asiáticos con las mejores y más chistosas parcas que he visto en mi vida, y tuve que fingir un rato para poder seguir mirándolos y riéndome y por supuesto, sacarles una foto!
Debajo de esa mezcla entre gorila y mosca, había una asiática bastante joven. Sí, hacía frío, pero una parca con cara? No sé ah...
Ya no podía más del frío. Seguro con la parca con cara la hacía, pero no tenía tanta perso. En el bus resucité un poco, pero cuando me bajé en el Canada Place junto al mar, me quería morir de hipotermia. Me metí en un Subway,  casi agonizando me comí un footlong de salame y cuando el frio se me pasó un poco, pude volver a ser yo otra vez. Decidí hacer hora para cuando estuviera bien oscuro y me fui a Gastown, el barrio antiguo de Vancouver, a ver el reloj de vapor y recorrer lo que según había leído, un barrio bonito. Y sí, precioso, creo que en ese momento reafirmé mi idea de que Vancouver era lo mejor. 

Recuerdo cuando volví a Chile luego de haber estado en NZ harto tiempo y pensé que el Barrio Bellas Artes era algo insuperable en el mundo y que eso hacía Santiago tan especial, porque no vi un barrio así de interesante en toda Nueva Zelanda –Oamaru tenía su barrio antiguo precioso, pero el ambiente era diferente-, esas calles antiguas sobrevivientes de un pasado mejor, junto al cerro Santa Lucía, el río Mapocho, el Parque Forestal y un montón de cafés bonitos, gente en las calles, el ambiente que hay allí y el Museo Bellas Artes, lo hacen un lugar único. Pero Gastown es una especie de Barrio Bellas Artes más grande, donde todos los adoquines de todas las calles alrededor aún sobreviven junto con los faroles y los edificios antiguos, se ve la preocupación por preservar un “barrio antiguo” en medio de la modernidad de la ciudad, las calles son angostas y de una sola vía, donde no pasa la locomoción pública y no hay congestión. Hay tiendas, cafés y gente joven conformando un ambiente interesante. Era perfecto. Así que reafirmé mi creencia otra vez, Vancouver era la ciudad más bonita que había visto. Y esta vez, una ciudad que no tenía nada que envidiarle a Santiago.


Cambie con Water street, en el reloj de vapor (a la derecha) en Gastown

Gastown
Volví a tomar el bus gratis al Capilano Bridge, decidida a mantenerme 2 horas caminando sin parar y volver y así lo hice, me bajé casi corriendo y recorrí todo muy rápido y varias veces porque no es tan grande, pero quería disfrutarlo y no morir de frío al mismo tiempo. De noche las luces navideñas fueron algo espectacular. Ver el gran puente colgante y todo un bosque adornado con luces navideñas es algo que impacta un poco. Casi cronometrando mis pasos para no parar nunca de moverme y así evitar la hipotermia, volví al bus y me fui a casa. El pronóstico del tiempo anunciaba nieve para el resto de la semana así que habiendo visto ese fin de semana las 2 cosas que más me interesaban, con el mejor clima que se pronosticaba, me sentía satisfecha. Y ya era irreversible, me había enamorado de Vancouver.




Lo que promocionaban como el árbol de navidad vivo más grande del mundo!





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