lunes, 10 de febrero de 2014

Vacaciones en Queenstown




Un par de semanas viviendo en Kurow y pasando gran parte de nuestro tiempo libre en Oamaru habían sido más que suficientes para caer completamente enamorados de Waitaki Distrit y convencernos de que era allí donde queríamos estar para el resto de nuestra Working Holiday.

Cuando terminó el primer trabajo –de tres semanas-, Jackie, nuestra contractor buena onda se consiguió otra viña y seguimos trabajando otras 3 semanas más. Y cuando Jackie se quedó sin trabajo –porque ya era octubre y el pruning se hace en invierno antes de la brotación- Elisabeth nos consiguió trabajo de thinning –o raleo de frutos, lo más fácil de todos los trabajos de campo- en Waitaki Orchard, una empresa familiar –y quizás la única orchard del sector- donde ella trabajaba, así que entre ambos trabajos tuvimos una semana de desempleo, la cual aprovechamos para viajar a Queenstown otra vez. Porque la primera vez no habíamos disfrutado lo suficiente y porque ya veníamos sacando cuentas que no pararíamos de trabajar hasta diciembre, cuando se nos acababa la visa y teníamos que irnos. Y yo no podía irme de Nueva Zelanda sin haber conocido bien Queenstown.
 
Nuestro último día de pruning con nuestro Team

Cuando se acabó el pruning, Nick y Roland se fueron de Glenmac, y un par de semanas después inevitablemente se fue también nuestro querido John –o checoloco, como lo renombramos-. Hicimos varias emotivas despedidas y quedamos en vernos alguna vez en algún lugar del mundo. Esa es la parte difícil de viajar, conoces a otros que sabes debes dejar y nunca es fácil. Nos fuimos todos a Oamaru a dejar a John y pasamos nuestra última tarde juntos paseando por el puerto, esperando la llegada de los pingüinos, y terminamos en el Penguin Club, el bar más bohemio de la ciudad, donde viejos y jóvenes se juntaban a tomar y escuchar música en vivo de algún artista local. Aparecieron también mujeres con vestidos victorianos, y un tipo con un arma estilo Steampunk. Todos en armonía. Fue una linda noche.
 
Oamaru
Checoloco, Elisabeth, yo y Eduardo
Oamaru desde el muelle
The Penguin Club
Afuera del Penguin Club
The Penguin Club

Quedamos Elisabeth, Erin y Eric, y  nosotros. Obviamente ya no fue lo mismo, pero siguió siendo lindo. Nos afianzamos mucho más entre los que quedamos y seguimos siendo una familia unida. Como necesitaban gente para el thinning, les avisamos a nuestros amigos Karen y José, porque su trabajo en la lechería había terminado para ellos, por lo que llegarían cuando volviéramos de Queenstown.

Más felices que perro con 2 colas, nos fuimos a Queenstown, a 3 horas de Kurow, a nuestras primeras y únicas vacaciones en Nueva Zelanda. En el camino pasamos a ver el Kawarau River, que fluye entre Queenstown y Cronwell, el famoso río que en El Señor de los Anillos toma el nombre de Anduin y es protegido por los Argonath, las monumentales estatuas guardianas de La Comunidad del Anillo, alusinante. Por supuesto los Argonath son puro efecto especial de Peter Jackson, pero el río es hermoso y digno de haber sido elegido como el Anduin.




Estuvimos en Queenstown una semana, nos quedamos en el Alpine LodgeBackpackers, un lugar bien simpático y totalmente recomendado, a pasos del centro y con espacio y disposición del lugar como para sentirte en tu casa, por 52 dólares diarios la pieza privada, y eso es otro punto simpático que tiene NZ en general, que donde vayas casi siempre todo cuesta lo mismo.

Lo primero que hicimos después de instalarnos fue ir a caminar por el pueblo y dirigir nuestros pasos rápidamente hacia lo que veníamos oyendo hace tiempo como un imperdible de Queenstown, de NZ y quizás del mundo entero: visitar Fergburguer. Después de que Eric, el norteamericano con el que vivíamos nos dijo que las hamburguesas del Fergburger eran las mejores del mundo, consideramos que si un gringo lo decía, debía ser cierto. Y debo decir que estoy bastante de acuerdo. No sé si del mundo, pero la mejor hamburguesa que he comido en mi vida. Son un poco caras, pero todos los ingredientes son simplemente perfectos. Y considerando que yo como más que el promedio de una mujer normal y no me la pude comer entera, creo que su precio lo vale. Sí, Fergburguer es definitivamente un imperdible en NZ. 

La mejor cena en Queenstown
Fergburguer!
Los atardeceres en Queenstown son otro imperdible a mi gusto. Pasear por la costanera a la hora del atardecer frente al Wakatipu Lake mientras los barcos terminan sus funciones y todo comienza a calmarse, el viento frío, el sol ocultándose tras las montañas y esa atmósfera del lugar que lo hace tan especial, es definitivamente un remedio para todos los males del alma. Me sentí tan afortunada de estar allí con Eduardo, tranquilos y de vacaciones después de tantas peripecias que decidimos simplemente entregarnos a esa alegría y disfrutar cada minuto en esa ciudad entre las montañas. Sí, Queenstown es un lugar de ensueños, todo lo que dicen de él es cierto, y la experiencia en NZ no está completa si no se está mínimo una semana a Queenstown.




Durante nuestra estadía allí recorrimos casi toda la ciudad caminando –la mejor manera de impregnarte del ambiente-, fuimos al Ben Lommond -una experiencia que contaré en el siguiente post-, visitamos el Queenstown Garden, en una península hermosa rodeada por el lago y llena de simpáticos patos silvestres que amistosos se acercan a sociabilizar y ver de paso si les das algo de comida; y tomamos once en el también conocido Patagonia, con un fabuloso chocolate caliente con churros con manjar –una delicia- sentados junto a la ventana frente al lago, hermoso. 

Hicimos una exquisita degustación de vinos en el WineTastes, donde te pasan una tarjeta que hace las veces de crédito, vas seleccionando en una máquina el vino que quieres probar y por unos 2 a 5 dólares por probada, y te cae un chorrito que te sirve para probarlo y así vas de máquina en máquina probando los espectaculares vinos de Nueva Zelanda –sí, obvio que me encantan los vinos neozelandeses, pero eso no quita que siga pensando que los tintos chilenos les pegan un par de patadas bien puestas- que luego se acumulan en tu tarjeta y pagas al final de la experiencia. Muy recomendable para probar mucho sin gastar demasiado.   

En la noche el ambiente es muy bueno y pareciese que siempre hay algo entretenido que hacer. Varias noches fuimos al Village Garden, una pequeña y verde plaza con forma de anfiteatro y surcada por un lindo canal donde todas las noches tocaban música en vivo o pasaban antiguas películas de Chaplin con sonidos que hacían en vivo con diferentes objetos, mientras algunos carritos de comida se instalaban instándote a la tentación. Una noche fuimos al casino con Rodrigo –uno de nuestros amigos que nos dieron asilo después del escape- que también había decidido ir a Queenstown esos días. El casino es para nosotros un buen lugar de carrete porque mientras yo soy feliz tomando algo, Eduardo es feliz jugando. Perfecto. Así que después de un acabado estudio de la ruleta, Eduardo hizo una apuesta y ganó un montón de plata que nos sirvió para seguir las vacaciones algo más holgados y para celebrarlo comiendo un Big All, la hamburguesa más grande y chancha del Fergburguer –con la que cené y hasta almorcé al día siguiente-

Aves en el Queenstown Garden. Totally cute!
Queenstown Garden
Queenstown Garden
Queenstown Garden
Remarkable Sweet Shop, una tienda de golosinas muy gringa y muy adorable en el centro de Queenstown

Village Garden
Patagonia
Wine Tastes
Big All, Fergburguer
El último día decidimos ir a Glenorchy, a 45 minutos de Queenstown, es un pueblito rústico a las orillas del mismo Wakatipu Lake, rodeado de los más alucinantes paisajes montañosos de la Tierra Media, para dejar atónico a cualquiera. De hecho las locaciones para Isengard y Lothlorien del Señor de los Anillos fueron filmadas ahí. Intentamos hacer el Diamond Creek Walk, pero el río estaba muy alto y se había llevado el pequeño puente para cruzarlo. 

Hicimos el Glenorchy Walkway, un relajado trekking plano –porque después del Ben Lommond, Eduardo ya no me aguantaba otro tipo de trekking- que rodea el Glenorchy Lagoon, situada en una planicie que vendría siendo la llanura de inundación formada por el glaciar que formó todo ese valle, dejando una gran superficie inundada y baja, llena de plantas y árboles asomándose sobre el agua y pájaros, muchos y diversos pájaros que colmaban todo el lugar con sus lindos sonidos. Una romántica tarde para pasear en pareja, caminar, perderse y no cansarse mucho. Hermoso.

Fue una semana hermosa, no queríamos irnos de Queenstown, y como siempre suele pasarme, sentía que pertenecía a ese lugar y que podría vivir allí sin aburrirme nunca, pero eran sólo vacaciones, teníamos que volver a nuestro querido Kurow, a nuestra casa en el campo, comenzar nuestro nuevo trabajo en el thining de Waitaki Orchard y seguir adelante con nuestros planes, habían sido unas lindas vacaciones.  















Esto fue el impresionante camino desde Kurow hasta Queenstown por la ruta 8:




 
Y más de Queenstown:






2 comentarios:

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