Con -4°C
afuera, una noche que comienza a las 4 de la tarde y la imposibilidad casi
total de hacer algo en este pequeño rincón de la tercera edad llamado Oliver,
es que me dispongo a recordar, junto a una taza caliente de café con crema, mi vida en
Nueva Zelanda, un lugar que creí hasta entonces, frío. Qué lejos estaba de
imaginar que algún día iba a estar viviendo con -10°C acá en Canada. En fin.
Así que
pienso en Blenheim, después del cruce en ferry vino la etapa Blenheim, nuevo ambiente,
nuevos amigos, nuevos rincones qué descubrir. En Blenheim tuve el que podría
decirse, el mejor trabajo de la vida. El de mi vida, hasta entonces, quizás no
la mejor experiencia laboral, pero donde lo pasé mejor trabajando y ganando
bueno. Resulta que Mudhouse es una viña irrisoriamente grande –aunque pequeña
comparada con otras bodegas de Blenheim-, contratan a unas 60 personas cada
vendimia, de diferentes países, algunos con visas Working Holidays, otros que
vienen con Work Permit específicamente a la vendimia, hay de todo. Con o sin
estudios de enología –aunque la gran mayoría los tenían- encontré allí dentro
una fauna impresionante. Éramos tantos
trabajando, que casi no había trabajo y nuestras jornadas laborales consistían
en fingir que estabas ocupado haciendo algo, conversar de la vida, tomar café
toda la noche –trabajé en turno de noche- y caminar, caminar y caminar por esos
pasillos infinitos de cubas de acero que en atravesar te demorabas la mitad de
la jornada. Teníamos BBQ todas las semanas auspiciadas por la bodega, nos
alimentaban bien, nos regalaban vino y al final de la vendimia, nos hicieron
una fiesta arriba de un barco paseando por Marlborough Sound con bar abierto, toda la cerveza y vino del
mundo, comida y paisajes increíbles. Nunca había tenido tamaño regalo de un
trabajo en mi vida. Fue hermoso.
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Mudhouse y sus interminables pasillos |
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Night shift in Mudhouse, chileans, french, german and lots of argentines! |
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Press area |
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Vista de Picton desde el bote donde cenamos en la fiesta de fin de vendimia |
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Mudhouse team 2012 |
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En Marlborough Sound, muy parecido al típico lugar soñado de Samoa |
Mientras
tanto, Eduardo encontró varios trabajos esporádicos alrededor de Blenheim.
Trabajó unos días en cosecha de uvas, en una embotelladora de vinos y
finalmente logró ser contratado en una Mussel Factory empaquetando mussel –la traducción
es “mejillones” y yo no los conocía por lo que para mí siempre serán mussels- donde
básicamente era feliz, aunque tenía que mamarse un pique de una hora hasta
Haverlock, el pueblo vecino. Sí, el verdadero Haverlock, cuando vimos el nombre
en el mapa decidimos que teníamos que ir. Habíamos estado 3 meses en Haverlock
North, así que una mañana tomamos el auto y partimos, es un pequeño pueblito,
el pueblito de los Mussels, por todos lados Mussels, muchos yates, parques, una
costanera preciosa, un pueblo encantador. Me vi pasando un invierno allí
arrendando una casa, haciendo fuego por las tardes, mirando por la ventana el
mar que se metía entre los cerros verdes, hornear el pan y llevar una vida
simple, en un pequeño pueblo entre las montañas y el mar. Qué mágico me parecía
todo ello, y qué delicioso se sentía saborear esa fantasía. Nunca lo hicimos,
pero siempre se quedó en mi mente como un pequeño sueño.
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Un pequeño parque a la salida de Haverlock |
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La bonita iglesia Anglicana de Haverlock |
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El puerto de Haverlock |
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Haverlock |
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Haverlock muy temprano en la mañana |
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Campos cercanos a Haverlock |
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Campos cercanos a Haverlock |
La vendimia
se terminó y estuve 3 semanas sin trabajo. Eduardo trabajaba en los mussels y
yo me dedicaba a buscar contactos por internet, leer en mi nuevo Kindle -mi auto
regalo post vendimia- y andar en bicicleta alrededor de Blenheim, caminar por
el parque junto al río y sacar fotos. Fui feliz. Tenía tiempo, leía, planeaba
mi vida y cocinaba cosas ricas. Por eso es que recuerdo Blenheim como una buena
etapa, pienso en él y recuerdo las tardes en el parque, saborear esa sensación
indecible de poder sentarse en una banca en un parque, sacar tu kindle y leer
hasta que el sol se esconda –porque sin sol en mayo en Blenheim es imposible
sentarse y no morir de frío-. Y he ahí otra razón de por qué amo NZ y me gustaría
gastar mi vida allí: porque puedes sacar un kindle en un parque, sola y nadie
te va a asaltar, ni jotear, ni dar jugo. Eso en Santiago es una quimera.
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El parque junto al río en Blenheim |
Durante ese tiempo
de tranquilidad aprovechamos y fuimos a conocer Nelson, la ciudad más grande por
esos sectores. Es una ciudad mucho más grande y bonita que Blenheim, pero sólo
pasé allí un día, por lo que no vi mucho más que la iglesia, las calles del
centro y los lindos cafés que esparcen sus mesitas bajo el cálido sol de mayo y
la gente disfruta cual lagartijas la tranquilidad de los últimos días de calor
en otoño.
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Nelson |
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Nelson |
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Nelson |
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Nelson |
Finalmente,
luego de 3 semanas de un maravilloso ocio, conseguí una entrevista para
trabajar los 2 en una lechería cerca de Christchurch. Partimos a Christchurch
por el fin de semana, tuvimos nuestra primera entrevista laboral en inglés –la cual
fue todo un éxito y logramos disfrazar nuestro mal pulido inglés- paseamos por
esa linda –aunque en realidad otrora linda ahora destruida- ciudad llena de jardines y vivimos un temblor
de 4 grados y tantos y aunque soy chilena y viví el terremoto del 2010 y luego
de eso perdí la capacidad de sentir temblores menores a 4,5°, el temblor de
Christchurch lo sentí tan fuerte que quise salir corriendo, como mi umbral es
muy alto sólo desperté cuando ya estaba en el pick del temblor y pensé que era
acabo de mundo otra vez y cuando se acabó no pude dormir pensando en tsunamis. Luego
de eso creo que Christchurch es definitivamente un lugar para estar un par de
días y huir. Pero bueno, conseguimos el trabajo, volvimos a Blenheim, nos
despedimos de nuestro querido Picton -al que debí dedicarle una entrada entera, pero el frío canadiense no me permite más- de mis visitados parques, y terminamos la
etapa de Blenheim, que aunque fue linda, y una etapa importante en mi CV -la razón de mi viaje a NZ de hecho- no nos costó mucho abandonar.
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Marlborough Sound |
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Marlborough Sound |
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Marlborough Sound en un precioso día de abril |
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Marlborough Sound |
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Marlborough Sound |
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Picton desde uno de sus miradores |
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Picton |
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Nuestra cena de despedida en Picton |
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Haciendo un track en Picton |
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Picton y Marlborough Sound |
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Picton y Marlborough Sound |
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Mirador de Picton y Marlborough Sound |
Datillos: trabajos en viñedos en Blenheim, donde Eduardo trabajó en cosecha de uva (y fue un buen trabajo) y yo un día de pruning (huí porque era la única mujer entre puros Samoanos gigantes) fue Ace Viticultor. El trabajo en Mussel Eduardo lo encontró en Allied Work Force, en cada ciudad hay una sede. Y el trabajo en la bottle factory fué un contacto con un chino X que nos dió un amigo. Blenheim en general tiene harto trabajo, pero cuidado con la mafia de los Backpackers, que exigen quedarse un mínimo de tiempo con ellos para darte el trabajo, y muchas veces se quedan con una comisión. Mucho mejor es buscar su propio trabajo!.