La llegada a Kuala Lumpur,
capital de Malasia, fue bastante tenebrosa. Habíamos pasado la noche en el
aeropuerto de Singapur, por lo que esa mañana a las 9am desembarcamos del avión
cansados y directo a buscar un alojamiento, habíamos hecho nuestra búsqueda
respectiva en internet y habíamos llegado a la absurda idea de que Chow Kit era
un buen barrio para cotizar –el maldito mapa que muestra booking.com señalaba
un montón de hoteles allí de precios accesibles y con fotos prometedoras- así
que tomamos el KLIA Express, un tren re bonito que cruzaba un campo de palmeras
infinito –que no pude mirar bien porque se me cerraban los ojos- hasta que
llegamos al KL Sentral, desde donde tomamos el metro –uno muy barato y con aire
acondicionado, increíble- y llegamos a Chow Kit, que vendría siendo el barrio
10 de Julio de KL. Horrible.
Creo que fue un pésimo
comienzo en KL. Buscamos durante más de 3 horas un buen lugar, a la hora y
media ya nos habíamos dado cuenta que la mayoría de los hoteles ofrecían
tarifas por hora, y luego de encontrarnos con muy pocos turistas, caímos en la
cuenta que simplemente, la vendimos. Las calles eran un caos, las motos se
subían a la vereda y no podíamos caminar temiendo un atropello inminente. Pero
lo que más nos impactó de nuestra llegada, fue que varias personas –unos 3
tipos distintos y una mujer musulmana- nos escupieron los pies en la calle
–evidentemente a propósito-, por lo que no nos sentimos muy bienvenidos en el
país. A eso se sumaba que estábamos cansadísimos, el calor infernal que hace en
Kuala Lumpur es como para matarse, así que tomamos una habitación en un hotel
cualquiera y nos tiramos a dormir el resto del día. Cuando despertamos era de
noche, y ya no habían lugares abiertos para comer, el barrio se veía peligroso
a esa hora y la deshidratación nos comía vivos, cómo detesté Malasia en ese
momento! Pero caminando encontramos un Pizza Hut abierto y comimos y tomamos ahí
un montón. Sí, fue un pésimo comienzo. Mi primera cena en Malasia fue en una
cadena de comida gringa. Recuerdo que volvimos al hotel –que era casi una tenebrosa
réplica del hotel de la película El Resplandor- y por la ventana se veían las
Torres Petronas y no me interesó ir a verlas. Me quedaban 5 días antes de
viajar a Tailandia, y en esas circunstancias se sentían una eternidad.
Pero después de la tormenta,
salió el sol y nos trajo al maravilloso barrio chino. Mi querido Chinatown. Apenas
nos bajamos de la estación Pasar Seni a la mañana siguiente y pisamos sus
calles atiborradas de gente, ruidos, aromas y cachivaches, ya nos sentimos
renovados. Cotizamos un par de Guesthouses y nos quedamos en el Reggae Guesthouse1, un lugar muy agradable que si comparamos con el hotel de mala muerte anterior
era un verdadero paraíso. Y más encima a mitad del precio -55 ringgits la
habitación doble, versus 110 de la habitación del hotel de “El Resplandor”-.
Dejamos las mochilas y salimos a recorrer Chinatown –lo único que habíamos
hecho el día anterior era dormir así que estábamos como nuevos- caminamos por
Jalan Sultan y Petaling Street embobísimos de tanto comercio, tantas réplicas
–carteras Mark Jacobs a RM$100- tantos puestitos de comida de todo tipo, que
era imposible no alucinarse y quererlo todo.
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Jalan Sultan, Chinatown |
Las Torres Petronas eran un
infaltable. No has ido a Malasia si no te has sacado la fotito con ellas, eso
todo mundo lo sabe. Así que partimos y sí, son lindas, impresionantes,
adictivas. Se me olvidó todo el odio acumulado el día anterior y me di cuenta
que estábamos en una ciudad increíble. Definitivamente Kuala Lumpur es una
ciudad maravillosa. Con mucha más personalidad que Singapur, más vibrante,
picaresca y algo esquizoide, KL tiene mucho que mostrar, mucho que palpar en
sus calles atestadas de sensaciones que te colapsan y fascinan al mismo tiempo.
Es una ciudad para descubrir y darle tiempo. Siempre escuché que KL era una
parada de 1 o 2 días, ver las Petronas y ya está. Mi opinión es que en uno o
dos días no te lograras empapar de la esencia de la ciudad y no lograras
entenderla. Y con 5 días no estoy muy segura si yo logré entenderla tampoco.
Una mezcla de culturas, religiones, comidas, comercio, monos, tecnología,
tormentas tropicales y costumbres difíciles de entender –como la prohibición de
besarse en el metro o los vagones sólo para mujeres- Kuala Lumpur se ganó a
ciencia cierta un pedacito de mi corazón.
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En el metro, vagón sólo para mujeres |
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En el aeropuerto, lo primero que me llamó la atención al entrar al país! |
Esa noche nos pilló una
tormenta tropical saliendo de Las Petronas y nos refugiamos en el Pavilion, un
centro comercial inmenso, que a pedido de Eduardo recorrimos durante un rato.
Yo podría decir que casi detesto los centros comerciales, que me parecen
asfixiantes incluso, pero muchas veces se debe ceder en una relación y bueno,
gastamos una o dos horas en el Pavilion antes ir a comer al Central Market, un
lugar en medio de Chinatown muy parecido a Petaling Jalan, la calle principal
de Chinatown, pero un poco más ordenado, más limpio y con puestos de comida más
confiables, aunque menos pintorescos eso sí –comer en la calle a mi gusto es un
must en un viaje a Asia-. Y luego la infaltable cerveza helada en Petaling
Jalan y a la cama.
Habíamos leído del Aquaria
KLCC y sus 90 metros de pasillos submarinos, uno de los acuarios más
importantes de Asia, recalcaba la Lonely planet. Así que fuimos y sí, si entras
al Aquaria KLCC no hay vuelta atrás, nunca más volverás a disfrutar ningún otro
acuario. Atestado de peces increíbles y un pasillo inmenso bajo aguas con
tiburones, mantarrayas, tortugas y todo tipo de seres submarinos que dejan
boquiabierto a cualquiera. Nunca he sido fan de los acuarios, ni tampoco es que
me interesen mucho los peces, pero éste es alucinante –el Vancouver Aquarium me
pareció una broma al compararlo con éste-. La gracia sale RM$50.
Esa noche, si aún algo de
reticencia nos quedaba acerca de KL, se desvaneció por completo cuando dando
botes por aquí y por allá llegamos casi por instinto a Jalan Alor, una
callecita atestada de restaurantes y puestos callejeros de comidas asiáticas de
todo tipo, abundante en aromas, farolitos, mesas de plástico y mucha gente, un
paraíso gastronómico. Después de recorrerla entera, rechazar la mayoría de las
ofertas de los malayos más insistentes, escogimos un lugar, nos instalamos y
terminamos de enamorarnos de KL. La comida, al fin en lo que llevábamos en
Asia, era buena. Espectacular, sin duda, una mezcla de sabores y picores
alucinante. Si bien fue un caótico comienzo en KL, poco nos demoramos en
quererla e incluirla dentro de la lista de ciudades favoritas. Una parada
totalmente recomendable y más aún, indispensable en el Sudeste de Asia.
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Jalan Alor |
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Jalan Alor |
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Torres Petronas |
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KL City Center Park |
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Centro comercial mutante dentro de las Petronas |
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Chinatown |
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Central Market |
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Central Market |
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Central Market |
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Nasi Lemak, el plato típico de Malasia |
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Aquaria KLCC |