Venía postergando escribir
en mi blog de hace un rato y la verdad es que ya lo estaba echando de menos. Ha
pasado un buen tiempo y harta agua bajo el puente también, el escenario ha
cambiado bastante, digamos en todo, o casi todo, pero el show debe continuar. Aún
en Nueva Zelanda, trabajando, viviendo, disfrutando y sobrellevando, altos y
bajos, ya estoy comenzando a soñar con mi siguiente viaje. Aun nada planeado,
pero algo tiene que salir. Y es que estar aquí ya no es un viaje para mí, es
casi una vida, una linda vida –los atardeceres sobre los viñedos tras las
montañas siguen siendo algo impactante aún después de tanto tiempo- pero vida
al fin, comienza casi a ser la realidad, lo rutinario, y me gusta, a veces no
tanto, pero aquí estoy. Lista para escribir acerca de las aventuras pasadas y
las que se vienen.
Retomando en lo que íbamos:
Kuala Lumpur. Teníamos aún tres días para gastar en Malasia y aunque en un
principio pensamos en pasar sólo 2 días en Kuala Lumpur y los otros tres viajar
a Melaka o a Penang, sentimos que “el que mucho abarca poco aprieta” y que con
2 días en KL no habíamos visto nada, así que nos quedamos.
Lo primero fue dejar de seguir
postergando la ida a Bathu Caves así que partimos al KL Sentral Station,
tomamos el metro, y llegamos a Bathu Caves. Debo decir que pararse frente a esa
escalera de 272 escalones junto a la estatua dorada de Buda de 42 metros de
alto es absolutamente impresionante. No es lo mismo verlo en una foto. Porque
ya había visto muchas pero ese día quedé impactada igual. Subiendo la escalera
te encuentras con una infinidad de monos mostrando su agilidad en la escalera
que con 30 y tantos °C y una humedad del terror se convierte en un reto duro
para cualquiera, menos para los monos claro, que la bajan y suben como nada.
Arriba de las escaleras es
un mundo aparte. La cueva más grande que yo había visto hasta ese momento llena
de pequeños altares hindúes, pájaros, selva, humedad, inciensos, monos, música
y muchos turistas, te envuelve en una atmósfera bien peculiar, deliciosa podría
decirse. Yo no sé qué me esperaba encontrar en las Bathu Caves pero
definitivamente superó mis expectativas 100 veces y más. Es una maravilla y
visitarlas fue creo lo mejor de mi estancia en Kuala Lumpur.
Nos fuimos después al
Merdaka Square, una gran plaza rodeada de los edificios gubernamentales más
lindos de la vida, y nos quedamos tirados en el pasto un rato viendo el
atardecer. Visitamos el Little india de KL como para darle una segunda
oportunidad a los barrios indios pero de nuevo no nos gustó, nos fuimos a
Chinatown a comer y a preparar las mochilas porque nos quedaba un solo día en
KL y queríamos aprovecharlo a concho.
Ese último día decidimos ir
a ver el Bird Park, un aviario gigante donde los pájaros están casi libres
adentro contigo y puedes tocarlos y verlos de cerca. Para llegar a él caminamos
la mitad del día pero lo logramos. El parque es lindo, está lleno de gente eso
sí, pero los pájaros caminan y vuelan al lado tuyo como Pedro por su casa y amistosos
se acercan a lucir sus bellos plumajes y picos exóticos. A mí me encantó la experiencia,
puedes comprar comida y darles, nunca arrancan porque están acostumbrados a la
gente y aunque está lleno de gente creo que se convirtió en una experiencia
recomendable. A la salida vimos un par de monos poco amistosos que nos miraron
como queriendo asaltarnos así que nos alejamos. Caminando sin rumbo nos
encontramos con Masjid Negara, una mesquita musulmana que permite a los
turistas usar una túnica y entrar a y sentirte musulmana por un rato. Los
hombres eso sí, pueden entrar con ropa normal mientras no muestren de la
rodilla hacia arriba, cosa bien sexista porque las mujeres no muestran ni el
pelo. Y sí, no me agrada el machismo de la cultura musulmana, hombres paseando
fresquitos en sus delgadas camisas mientras llevan a su esposa caminando atrás
de él con una túnica negra, mostrando apenas los ojos y hasta con guantes en
los caso extremos, con un calor de la puta. Injusto. Pero bueno, entramos y la
verdad que sirve para capear el calor un poco y ver a los musulmanes rezando,
no tienen imágenes de ningún tipo y nada parece muy idólatra, es más bien un
gran espacio minimalista con una arquitectura un poco rara y nada más. Pero fue
interesante y me gustó. Y como de las cosas favoritas que hicimos en KL fue
comer en Jalan Alor, nuestra última noche no podíamos dejar de visitarlo por
última vez. Exquisita comida, alegre ambiente, perfecto para una última noche
en KL.
Al otro día fue tomar un
taxi a las 4 de la mañana y partir al aeropuerto, donde tomaríamos el avión a
Krabi, Tailandia, y dejaríamos así nuestra visita por Kuala Lumpur, una ciudad
que yo recomiendo 100% a ojos cerrados. Hermosa. Ese último día decidí tomar
fotos durante todo el día cada un par de minutos y finalmente las junté e hice
un video que muestra lo que hicimos en nuestro último día en KL AQUÍ. Cada vez que
lo miro me siento ahí de nuevo. Hice el video hace tiempo, y me costó bastante
trabajo –días enteros de hecho- y me gusta, así que tenía que subirlo. Y aunque con Eduardo ya no estemos juntos, es
mi vida, y todo eso es parte de ella igual. That’s it.